Rebeca Mendoza: Intuición cognitiva
Los vestigios de la pintura señalan ante nosotros caminos variados y guiados por concepciones profundas que sobreviven el paso del tiempo. Pero, por suerte, estas guías son lo suficientemente porosas para permitir nuevas propuestas o búsquedas. La apertura de un espacio personal dentro del caos de la multiplicidad de imágenes y sentidos es una tarea ética, estética y espiritual muy compleja. En este sentido la obra de Rebeca Mendoza se afirma, con la autoridad que irradia una experiencia singular, en un campo tan revisado como es el de la abstracción, en el cual se torna difícil la elaboración de nuevos paradigmas. En ella subyace en bruto la potencia de la liberación que detenta el arte en tanto práctica y le devuelve en espejo una imagen íntima junto a la apertura de una búsqueda personal y obstinada. Su repertorio es un homenaje a sus referentes, pero sus estrategias, sus formas de construir sentido, brillan de vitalidad y renovación. El trabajo en sus obras responde a un modelo mixto que se mezcla y se alimenta en el proceso de la experiencia pictórica. Es intuitivo y consciente, una síntesis entre la tempestad de expresionismo abstracto y la lucidez explicita de color field painting. Su trabajo sobre el campo plano de la pintura se basa en la superposición de capas de formas y sentido. Las capas superiores exhiben registros del paso gestual de la artista en formas orgánicas, manchas y líneas, texturas veloces que desafían al plano y afirman la presencia física de la pintura. Las capas internas, entre grafismos y símbolos, sugieren arquetipos que el espectador, intrigado, busca develar. Esta tensión que genera la lectura entre la abstracción y las pistas de un sentido sin resolver modifica el acuerdo tradicional, cada vez más inactivo, entre el artista y su público. Las presentes obras vuelven a la contemplación inocente en una experiencia dinámica y excitante.
Máximo Jacoby
Miembro de la Asociación Argentina de Críticos de Arte (AACA)