Las series que desarrollo en mi trabajo me permiten darle forma, continuidad y evolución a mi línea de pensamiento. Con ellas profundizo e impulso diferentes aspectos que ahondan mi búsqueda. Elijo el camino de la emoción y de la intuición para abordar mi lenguaje y desplegar con exigencia mi gramática pictórica. Algunas de las series, como Poemas de las Formas, Serie Blanca, Serie Trazos, Serie Carbón, entre otras, me han permitido encontrar riqueza en la austeridad y complejidad en la simpleza.
“La austeridad de color en mi obra me expande, ya que en el mínimo recurso encuentro una riqueza inagotable. Un simple trazo de carbón me brinda una sinfonía que sacia mi lenguaje estético. Tan solo su textura y su valor cromático me dan la excusa perfecta para generar mi obra”.(1)
Hoy, en Artemisa Gallery, donde presento parte de la serie Diálogos, busco incorporar conscientemente el pasado, no solo de mi pintura, sino también, explícitamente, el de los valores que fueron cimientos de algunos movimientos relevantes del arte, como el fovismo y el constructivismo. Del primero, rescato la relación emocional lograda con el color. Del segundo, revalorizo la estructura como sostén y respuesta al color.
En los años noventa, mis estructuras se desprendían de la figuración; hoy trabajo la estructura desde un lugar previo, entendiéndola como la ingeniería existencial del universo. Conocemos genéticamente sus leyes. Anidar allí donde las estructuras son en esencia y se alejan de la apariencia del ser es uno de mis desafíos. Una vez arrojado en la tela, queda abierto al diálogo que genere el espectador con la obra.
No puedo dejar de lado el concepto de improvisación. La improvisación es una modalidad que elijo como trabajo, es la matriz de mi presente, un presente en el que no hay reglas a priori, sino que gozo de la libertad sin dar lugar a la arbitrariedad. Las leyes naturales se ponen a nuestro servicio para emerger al mundo consciente, y captarlas desde su esencia es otro de mis desafíos.
Así como en la Serie Sígnica el círculo realizado en un solo gesto simboliza para mí “el todo”, en esta serie, el todo se encuentra en el diálogo de la suma de las partes. El trabajo de la pintura no es un trabajo azaroso, es un trabajo que goza de libertad, basado en un camino recorrido, que profundiza el conocimiento.
Por eso, Diálogos es una serie que incluye lo anterior para dialogar con lo nuevo. Hay una evolución orgánica, académica, cultural y espiritual, pues el diálogo entre esas partes es la base de mi improvisación.
Trascender el yo cotidiano para cultivar el yo superior es mi búsqueda; la búsqueda de un camino que no tiene fin, al igual que la pintura en la que el horizonte se aleja cuanto más conquisto, un andar infinito que en mi mirada templa el espíritu.
Rebeca Mendoza
(1) Serie Trazos, Catálogo 2011